Vilcabamba, El refugio sagrado de los Incas

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En busca de la capital perdida del último reino Inca

Hiram Bingham y Machu Picchu

Hiram Bingham era un joven profesor de la Universidad de Yale especializado en historia contemporánea de América del Sur. En 1908 viajó a Chile para participar en un congreso científico panamericano en Santiago de Chile y, de regreso, visitó el Perú y viajó a Cusco. Le admiró la calidad de la arquitectura inca, visitó Choqqueqquirao y en Lima conoció al historiador peruano Carlos Antonio Romero, el cual le convenció de que aquella ciudadela Inca no podía ser Vilcabamba la Grande, que tenía que estar más al norte. Para llegar a la capital Inca perdida había que cruzar el río Urubamba y remontar el río Vilcabamba, de acuerdo con las descripciones de documentos del siglo XVI que le mostró: la crónica dictada por Tito Cusi, el informe redactado por Baltasar de Ocampo; así como la crónica escrita por Fray Antonio de la Calancha, publicada en 1639, que narra las peripecias de los dos primeros frailes que predicaron en Vilcabamba. En todos ellos se señalaba Vitcos, cerca de Pucyura, como lugar de paso necesario de camino hacia Hatun Vilcabamba. También vio una copia del mapa elaborado por Raimondi en 1865 en la que comprobó que ya ubicaba Pucyura junto al río Vilcabamba.

A partir de aquella experiencia Bingham quedó fascinado por los misterios del imperio Inca y centró su interés en la historia antigua del Perú. Había nacido en Hawai, hijo de un pastor protestante, pero estaba vinculado a la alta sociedad norteamericana por su matrimonio con una heredera de la gran joyería Tiffany; y en muy poco tiempo consiguió interesar en su proyecto a numerosas instituciones. Regresó al Perú en 1911 con el apoyo de Yale University y con una importante financiación privada aportada en su mayor parte por el petrolero Harkness, la United Fruit Company, la W.R. Grace Company, la Winchester Arms Company y el empresario cauchero Stuart Hotchnekss. Hubo otra aportación decisiva para el éxito mundial de su expedición, que fue la donación de varias cámaras del último modelo Folding Pocket, desarrollado por la empresa Eastman Kodak con innovadoras películas fotográficas, que por su ligereza estaban revolucionando el mundo de la fotografía, las cuales permitieron que esta expedición realizara un registro de imágenes de gran calidad.

El Presidente de los EEUU, Willian Howard Taft, le entregó una carta personal para el Presidente del Perú, Augusto Leguía, pidiéndole que apoyara la expedición; la cual se proponía como objetivo explorar y cartografiar una amplia la región remontando el valle del río Vilcabamba desde el río Urubamba hasta el meridiano 73ºW, donde esperaba encontrar el río Apurímac, de acuerdo con el mapa de Antonio Raimondi; así como estudiar cerca de Arequipa el monte Coropuna y el lago Paricocha. Para ello contaba con un topógrafo, un naturalista y otros especialistas.

En Cusco su principal informante fue el rector de la universidad San Antonio Abad, Albert Giesecke, también norteamericano; el cual dijo a Bingham que en un reciente viaje por el valle del río Urubamba, aprovechando un camino recién abierto para las obras de construcción de la plataforma para el nuevo tren, le había hablado de las ruinas de un lugar llamado Picchu, ubicadas a la altura del puente de Mandor. Y le recomendó que para conocer aquel lugar se pusiera en contacto con un campesino, Melchor Arteaga, el cual tenía arrendatarios que cultivaban sus tierras entre los muros incas.

Bingham salió de Cusco el 19 de julio de 1911 con su equipo, con caballos y mulas y una escolta militar. Avanzaron desde Ollantaytambo hacia el norte siguiendo el nuevo camino por el valle del río Urubamba hasta acamparon junto al puente de Mandor. Y el 24 de julio Melchor Arteaga le guio hasta las ruinas de Machu Picchu, ubicadas en una altura en la margen izquierda del río, entre las cuales vivía la familia de Anacleto Alvarez.

Machu Picchu 1911

Fotografiaron aquel lugar pero continuaron descendiendo por el valle del río Urubamba y después remontaron el valle del río Vilcabamba hasta llegar a Pucyura; y en sus proximidades, el 8 de agosto, identificaron la gran roca tallada conocida como Ñusta Ispana, como el antiguo santuario inca de Choquepalta; y los restos de Vitcos en el lugar conocido como Rosaspata.

Interpretando crónicas del siglo XVI intentó seguir los pasos de las tropas españolas en su ataque y remontó el cauce del río Vilcabamba hasta Vilcabamba la Nueva. Tenía intención de avanzar hacia el oeste para cruzar todo el territorio a la altura del paralelo 13º Sur hasta el río Apurímac, que de acuerdo con el mapa de Raimondi debería encontrar al alcanzar la latitud 73º W. Pero su topógrafo se sorprendió al comprobar que cuando llegaron a este meridiano estaban en lo alto de una montaña en el paso conocido como Abra de Qolpacasa, o Abra Salada. Siguió hasta la aldea de Pampaconas, donde no observó la existencia de restos incas, por lo que concluyó que no era la ciudadela inca del mismo nombre. Le hablaron de unas ruinas ocultas entre la vegetación, en terrenos de un hacendado llamado Saavedra, en un lugar situado al noroeste conocido como Pampa Eromboni, Espíritu Pampa, o Pampa de los Espíritus, y avanzó hacia allá siguiendo el valle del río Concebidaioc. Pero cuando llegó allá quedó decepcionado: vio los restos de los muros de un largo edificio rectangular y una fuente. Dedicó varias jornadas a cortar maleza y encontró restos de otros edificios; pero emprendió el camino de regreso convencido de que aquel lugar no podía ser la capital del último reino inca. Le pareció un lugar muy bajo y excesivamente cálido para las preferencias de los Incas.

En 1912 Yale University y National Geographic Society financiaron a Hiram Bingham una nueva expedición al Perú y estudiaron con mas detalle los alrededores de Machu Picchu. Y en abril de 1913 publicó en The National Geographic Magazine el primer informe de sus expediciones al Perú. De ellas destacaba como hito más importante su ascensión al Nevado Coropuna de 6425 metros de altitud, al noroeste de Arequipa, que se creía que era la cima más alta del continente, según los cálculos de Antonio Raimondi. En los glaciares de la cima de esta montaña encontró varios huesos que consideraba los restos humanos más antiguos de América. Pronto se confirmó que los huesos eran de animales y más tarde se supo que el Coropuna, es la tercera cumbre del Perú y está lejos de los 6.960 metros de altitud del verdadero techo de América, el Aconcagua.

Mapa

Bingham afirmó que había descubierto en Machu Picchu una ciudad de dos mil años de antigüedad que había sido el origen de la civilización inca, el Tampu Tocco, fundado por los míticos hermanos Ayar, y que además había sido el último refugio de los incas tras la muerte de Tupac Amaru. Pero lo que realmente interesó al público y le dio fama internacional fue la publicación de las fotografías de Machu Picchu.

Contra las interpretaciones de Bingham las críticas científicas más demoledoras las expresó el director del Museo de Historia Natural de Lima, Max Uhle; el cual criticó las tesis de Bingham que atribuía a Machu Picchu dos mil años de antigüedad, pero duró poco en su cargo en Lima y tuvo que irse a trabajar a Chile.

Otras personas visitaron Machu Picchu antes que Bingham, el cual encontró escrito con carbón vegetal en el muro del templo de las tres ventanas el nombre del cusqueño Agustín Lizárraga, dejando testimonio de que había estado allí con un vecino en 1902. En 1565 pasó por allí Diego Rodríguez de Figueroa cuando viajó a Vilcabamba para entrevistarse en Pampaconas con el Inca Tito Cussi. Y hay otros documentos anteriores que mencionan el lugar, entre ellos un mapa elaborado en 1871 por el ingeniero Hermann Göring por encargo del gobierno del Perú; por lo que algunos han discutido si Bingham merece ser considerado el descubridor de Machu Picchu. Pero no hay duda de que fue él quien dio a conocer al mundo esta maravilla y que 1911 es la fecha del descubrimiento científico de esta mágica ciudad.

Hiram Bingham, tras su primera expedición a Machu Picchu, se llevó 700 cajas con huesos y cerámicas. Hubo algunas protestas en Perú pero tuvieron muy poca resonancia. Las fotos aportadas por Bingham tuvieron mucho más impacto. El Presidente de los Estados Unidos, Willian Howard Taft, intervino de nuevo y esta vez solicitó para Yale University una concesión exclusiva, el monopolio de las exploraciones y las excavaciones en todos los sitios en Perú durante un periodo de veinte años. El Presidente peruano Augusto B. Leguía aceptó este monopolio aunque rebajó el plazo a diez años. Pero esta concesión no entró legalmente en vigor porque el parlamento no la ratificó. De hecho la legislación peruana desde 1893 prohibía toda excavación de lugares arqueológicos sin un permiso oficial, y sólo autorizaba la exportación de duplicados de los objetos que pudieran hallarse.

Era ya mundialmente famoso cuando regresó con una nueva expedición en 1914 y 1915; pero esta vez tuvo que enfrentarse a muchas protestas y denuncias de ilegalidad reflejadas en la prensa del Cusco. El Instituto Histórico del Cusco envió una comisión de inspección al campamento de Bingham y lo denunció ante la justicia por haber realizado más de cien excavaciones ilegales en el plazo de dos meses. Y desde Lima el Director del Museo Nacional, Emilio Gutierrez de Quintanilla, denunció la ilegalidad de las excavaciones y acusó a Bingham de vulnerar la soberanía nacional comparándolo a los expedicionarios de Cortés y de Pizarro, que lo habían hecho “en nombre de la religión y del erario de Carlos V”. Ante el temor a un posible arresto Bingham y huyó del Perú por la frontera boliviana con parte de si equipo jurando que no volvería a pisar el país.

Mapa Itinerarios de Hiram Bingham

Pero este conflicto no tuvo repercusión en el resto del mundo ni afectó a su prestigio que creció con los relatos sucesivos de sus exploraciones. En 1924 Bingham fue elegido Gobernador de Connecticut y poco mas tarde Senador. La inauguración del tren facilitó la afluencia de visitantes a Machu Picchu y en 1948 Bingham fue invitado de honor del gobierno del Perú en la inauguración de la carretera que facilita la subida desde la estación del ferrocarril hasta las ruinas.

Su fama crecía sin cesar, aunque las interpretaciones que publicó sobre sus descubrimientos fueron cada vez más discutidas. Mas tarde escribió que Machu Picchu había sido un refugio donde se habrían ocultaron las vírgenes del Sol tras la ejecución de Tupac Amaru; y se aferró a esta romántica teoría hasta su muerte en 1956 con ochenta y un años de edad. Sus contradictorias interpretaciones sobre la naturaleza de aquel lugar fueron analizadas por la profesora peruana Yazmín López Lenci estudió profundamente toda la documentación y la correspondencia generada en relación con este proyecto en su libro “El Cusco, paqarina moderna” publicado en 2007. Pero Bingham maravilló a todo el mundo y dio a conocer Machu Picchu y este hecho incontestable restó importancia a las versiones contradictorias y a las distintas interpretaciones que el mismo dio sobre el descubrimiento.